viernes, 26 de marzo de 2010

la gente tiene fecha de caducidad

Las ciudades crecen, cambian,
el espacio intacto es ocupado, termina siendo usado,
el viejo solar donde jugabas de niño edificado.

Los vecinos envejecen, cambian, se marchan, se casan;
otros nuevos vienen, extrañas caras, así no era tu casa.

El viejo amigo se vuelve extraño tras años sin verle,
cada uno por su lado, bebieron agua de distinta fuente.
Ahora son diferentes,
y el único lenguaje común es un dialecto del pasado,
lenguas muertas, filología de la nostalgia, un lazo rescatado.

La gente tiene fecha de caducidad, y también la felicidad.

Una foto es el retrato de un cadáver conservado por la magia,
de un instante que acaba de morir,
volverás luego y ya no será así,
y el que no pueda superar esta realidad morirá de nostalgia.

El momento perfecto será pretérito perfecto,
el bosque será huerto,
el huerto, muerto, descampado,
y luego chalet adosado.

1 comentario:

Trinity dijo...

Llevas razón, las ciudades crecen, cambian, la gente también, te llegan a parecer desconocidos los que otrora tratabas con familiaridad.

El triste avanzar de la vida, inexorable el tiempo congelando todo, sobre todo los buenos momentos, pero aislándolos del presente, dejándolos como sepultados y sin poder salir de aquél segundo en que sucedieron.

Vivo muerta de nostalgia :(