miércoles, 10 de septiembre de 2008

el queso gruyer

El Martes salí de madrugada con intención de terminar de explorar la Qeva que encontré por la zona a principios del verano.
El segundo pozo era más fácil que el primero y desembocaba en la misma sala, sólo que en una repisa superior. En fín, completé el mapa incluyendo una gatera muy estrecha por la que soplaba aire, un túnel que estoy seguro que comunica con el exterior por un pequeño boquete; no pude comprobarlo porque ya dejé de caber, pero en el tramo final había formaciones muy blanquecinas y calcificadas, del mismo tipo que pueden verse en hoquedades próximas al exterior.
Casi que no descubrí nada nuevo; los agujeros que me había dejado de la otra vez terminaban desembocando en salas ya conocidas a distintos niveles.

Seguí explorando los riscos exteriores y encontré una segunda Qeva grande, de boca redondeada. La cavidad se adentraba de forma descendente y en forma de laminador: un túnel estrecho y ganando altura, hasta llegar a un primer pozo, fácil de salvar haciendo oposición en las paredes y rebozándote en el guano acumulado al otro lado. Más adelante ese piso terminaba en una cornisa con vistas al piso inferior, a una altura imposible de salvar. Me iba a ir cuando al fondo del primer pozo ví un trozo de madero colocado así como de apoyo para trepar, y sólo por eso ya me pareció exenta de riesgos la maniobra, y bajé empotrándome contra las paredes.
El piso de abajo constaba de una sala de gran altura y muy irregular, de la que salían tunelillos pequeños, y uno principal más grande, que seguí hasta que se cegó.
Ni laberinto ni formaciones.

Luego seguí bordeando el embalse, tomando nota mental de los agujeros que se veían en la orilla de enfrente, y algunos de mi mismo lado. Pero estaba ya tan matado que no tenía fuerzas para subirme a los riscos a indagar.

Para regresar decidí tomar la línea recta y acabé entre jaras y pinchos, matao matao, con un solazo de muerte y sin agua... y además apestando a guano; se me pegó a la ropa y la piel ese olor que es una mezcla entre gas y pimientos. Sí, luego llovió, pero cuando ya estaba de vuelta en Madrid.

Pozo. Se puede ver el palitroque en el fondo, y la mancha de guano en la repisa inferior del otro lado.

Piso inferior. Todo roca, nada de interés.

Curiosa esa boca, accesible sólo descolgándose o asegurándose con cuerdas me temo.

Redil inundado y con marea sonora.
...
Ayer llovió un poco, sin refrescar apenas el ambiente. Por la tarde estaba curioso el cielo, totalmente blanco, con nubes algodonosas flotando bajo ese techo incoloro.
Pero de madrugada, cayó una tormenta de granizo, de las que suelen caer más bien por el levante valenciano, que despertó a mucha gente y convirtió las calles en riachuelos arrastrando bolitas blancas.

Hoy estaban algunos túneles de la M-30 inundados, y siguen cortados algunos tramos, ocasionando un follón en el tráfico.
A lo largo del río Manzanares puede verse una sucesión de "geysers" lanzando agua hacia el cauce; es el agua que están bombeando desde los túneles.

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