sábado, 12 de abril de 2008

Solución habitacional de futuro para el modelo familiar actual

Edificios de 4 o 5 plantas con módulos diáfanos de 30 metros cuadrados interiores y 2 metros cuadrados de terraza.
Pertenecerían al Estado, aunque no exactamente. En verdad pertenecerían a los ciudadanos, aunque sería el Estado el que los administrase.

Al cumplir 18 años, cualquier persona puede independizarse siempre que esté dada de alta en la seguridad social, solicitando un módulo habitacional entre los que estén disponibles.
La disponibilidad estará controlada por un sistema informático, ofreciendo preferencia por zonas, a los que más tiempo lleven viviendo en el área (si alguien quiere cambiar de ciudad, por ejemplo, seguramente tendrá que empezar por las zonas que nadie quiere, pues en las zonas céntricas y más deseadas tendrán preferencia los que ya vivían por ahí antes).
Otro orden de preferencia sería el número de cambios. Alguien que solicita casa por primera vez, tiene preferencia para elegir zona sobre alguien que ya tenía vivienda propia (la de los padres no cuenta) pero ha decidido cambiarse. Y por supuesto, el que cada dos por tres decide mudarse, estará a la cola a la hora de elegir.

Las convocatorias de adjudicaciones de viviendas se producen cada 3 meses.

Cuando alguien abandona una vivienda, ésta queda disponible. Nadie puede tener dos viviendas. El que quiera tener dos, deberá comprarse la segunda en el sector privado y pagar una fuerte tasa de impuestos por lujo y por ocupar más suelo del que le correspondería en un reparto justo*.
*Se parte de la base de que el suelo es de todos, y nadie por mucho dinero que tenga puede apropiarse un trozo de país salvo que absolutamente todos los demás ciudadanos le cedan su derecho, recibiendo el correspondiente dinero, y recibiendo más dinero los nuevos niños que nazcan, porque ellos acaban de llegar y todavía no han vendido su derecho.

Los módulos ni se compran ni se venden. La única inversión que tiene que hacer el nuevo inquilino es la de la decoración y compartimentación de las habitaciones, caso de querer hacerla, pues siempre puede vivir en el espacio diáfano si el edificio es nuevo, o esperar a hacer las obras más adelante. Por lo pronto las necesidades básicas están cubiertas con techo, agua y luz.

La inversión en la reforma el inquilino la pierde si decide cambiar la ubicación de su residencia. Nadie le va a pagar lo que se haya gastado en personalizar su espacio.

La vivienda adjudicada se ofrece con dos opciones:
1. Estado actual. Compartimentación que dejó hecha el inquilino anterior, caso de no ser un edificio nuevo, así como los muebles que abandonó.
2. Espacio despejado. Se arrasa con todo y el nuevo inquilino diseñará el interior a su gusto.

Los muebles abandonados pasan a una bolsa de re-adjudicación y reciclaje.

Cuando dos personas se "casan" o se unen como pareja, tienen preferencia para reubicarse en dos módulos adjuntos cerca de la zona de residencia de uno de ellos, o quizá uno no se tenga que mover caso de haber casualmente un módulo colindante vacío. Los módulos se unen por un paso, y se constituye así un módulo doble de dos personas, con tamaño suficiente para 2+1 hijo, o 2+ 2 hijos pequeños.
A partir del tercer hijo, o con dos hijos mayores de 9 años, existe la posibilidad de solicitar un tercer módulo que anexionar, ampliando la vivienda.

En caso de separación, nadie se queda con la casa. Si no hay acuerdo, se expulsa a todos de los módulos actuales y se les reubica en módulos distanciados en la misma ciudad o en la que elijan. De este modo, además, es más fácil que existan vacantes simultáneas de módulos anexos para nuevas parejas que quieran vivir juntas.

Podría parecer que este sistema generaría ciudades monótonas, pero no es así, porque las fachadas de los edificios serían de diseño libre, y cada vivienda así mismo, diferente y personalizada de acuerdo con el gusto de inquilino.

Por último: el Estado no tiene ningún derecho a echar a nadie de su casa, salvo en casos de separación donde sea lo propio separar a los combatientes para que no se machaquen.

Los chalets en espacios naturales, habrían sido sustituídos por casas Estatales de alquiler por periodos. De este modo no haría falta una casa en el campo por familia, sino que una casa podría ser aprovechada por muchas personas a lo largo del año.

Habría que desurbanizar los espacios naturales y reurbanizar los núcleos urbanos.

7 comentarios:

Zuviëh dijo...

Yo me iría a vivir a una cueva... :S

NO me acaba de gustar esta utopía. ;)

Herel dijo...

¿Y por qué?

MEugenia dijo...

Te podrían nombrar ministro de la Vivienda y así hacías pareja juvenil con la de Igualdad :)

César dijo...

Esto me recuerda una idea similar que leí por ahí, aplicada a los carros. La idea siendo que, en vez de comprar un carro, compras el derecho de usar uno. Así, en la mañana sales de tu casa, te subes al primer carro que encuentres cerca, te lo llevas al trabajo y lo dejas ahí para que lo tome quien lo necesite. Y cuando salgas, pues igual, usas el que esté a la mano y te lo llevas a tu casa. La idea siendo que no necesites tener dónde guardarlo, ni te tengas qué preocupar por darle mantenimiento (eso lo hace la "compañía de carros" periódicamente, seguro que por las noches). Y además, como nadie compra carros ni piezas, el valor de reventa es cero y el robo de vehículos deja de ser atractivo.

Pero creo que estas ideas no tienen futuro. Temo que la gente necesita sentirse dueña de sus cosas, o les empieza a dar ansiedad de que están siendo "explotados", "oprimidos" o algo.

Herel dijo...

Lo de los carros aparece en una peli de ciencia ficción. Una sociedad ideal y pacífica que luego se desquita linchando a los ciudadanos seleccionados en un show multitudinario. De todas formas, no todo el mundo trata igual el vehículo, y lo mismo tienes la mala suerte de tomar un coche cuyo último usuario hizo un rallye (total, no era suyo y probabilísticamente no iba a volver a usarlo) tal que lo dejó a punto de reventarse las ruedas y descuajaringarse el sistema de suspensión.

Para que la gente se pueda sentir propietaria es importante el punto de que el Estado no puede quitarle su vivienda a nadie, el Estado sólo adjudica y gestiona la reubicación en caso de mudanza.
Una vez que estás en un sitio, y salvo que seas un peligro para tus vecinos, no hay Dios ni Estado que te quite de ahí. En la práctica es una propiedad, lo único que no puedes hacer es especular o lucrarte con ella.
Y si quieres más... te vas al sector privado.

Mel Hython dijo...

El defecto de tu plan es que ya se intentó. Lo que describes era más o menos la situación de habitabilidad instaurada en el socialismo real (véase Rusia). Pero al no haber 'negocio' posible (el estado fijará los precios en forma de precios máximos a los que compra, etc...), no hay interés privado para los promotores, al no haber interés privado para los promotores la única forma de sacar dinero es reducir la calidad, fomentando una suerte de círculo vicioso de empeoramiento y reducción del espacio hasta niveles que en occidente consideraríamos infrahumanos.

Es mejor una regulación más inteligente y menos directa.

Herel dijo...

Cierto... en parte. El sector privado y la competencia es importante, estoy de acuerdo. No obstante, el Estado podría conseguir buenos precios si se elimina el beneficio por la venta del bien que yo considero público e inapropiable: el suelo. De éste modo sólo queda pagar el precio del trabajo real los constructores, eliminando el de los especuladores.

El suelo debería tener, por tanto, cesiones de uso, pero no de propiedad.