jueves, 20 de abril de 2006

reactor 4

El próximo día 26 se cumplirán 20 años de la catástrofe nuclear de Chernobíl.



Una explosión pequeña y accidental, pequeña en comparación con Hirosima y Nagasaki, explosiones no accidentales...

...y diminuta en comparación con el hipotético meteorito llegado del espacio que arrasase el planeta hace millones de años y acabase con los dinosaurios y otras especies.

Por mucho que el ser humano haga o no haga, la propia naturaleza es la mayor asesina: creadora y destructora, por azar o por selección. El cerebro se llama Caos; sus intenciones son expansivas y evolutivas; su fin último nadie lo sabe, ni si quiera si hay fin último: meta absoluta; sus medios empiezan a descifrarse ahora. El caos es tan inabarcable, que el ser humano se limita a vivir a base de aproximaciones y acotaciones para no perderse en el infinito, designamos -por ejemplo- con una misma palabra a infinitas entidades que son parecidas... pero diferentes; acotamos y simplificamos, porque no tenemos tiempo ni capacidad para hacer un inventario de lo infinito; infinito es lo que escapa a nuestras posibilidades y a nuestro tiempo de vida, como seres individuales y como especie.

Los antiguos personificaron la fuerza y el poder del universo en deidades de apariencia humana, más comprensibles y cercanas para designar algo que no sabían explicar muy bien. Mediante la personificación del bien y del mal se saltaban la necesidad de haber comprendido previamente los conceptos físicos y biológicos de las mareas, de las tormentas, del sol, de los virus... no veían la causa pero sí el efecto, e idearon una causa provisional para explicar el efecto, hasta que la ciencia siglos más tarde fuera aproximándose a la verdadera naturaleza agente de las causas.

Tiene que haber una fórmula matemática, la fórmula del Caos, a partir de la cual se puedan sacar los patrones del devenir del universo, pero me temo que tendremos que seguir conformándonos con aproximaciones y acotaciones. El misterio también es divertido, ¿qué sentido tendría la vida si lo conociéramos todo? Si alguna vez llegásemos al saber absoluto, a la cima de la pirámide, me temo que dejaríamos de tener motivos para vivir, ¿para qué? si ya no hay más.

Cuando termina el espectáculo la gente se levanta del asiento y se va, y el teatro se queda vacío... salvo un incrédulo; un espectador que permanece sentado en medio de la oscuridad entre latas vacías, palomitas desparramadas, y paraguas olvidados; negándose a marcharse, pensando que tiene que haber algo más, pensando que aún queda algo...

4 comentarios:

javier dijo...

La teoría del caos es un intento de predecir lo impredecible, en un universo tan cambiante y desordenado. Fue una alternativa a la mecánica cuántica y ambar teorías intentan coexistir en el difícil proceso de explicar la realidad.

Con respecto a la tragedia de Chernobyl, fue una combinación de errores humanos lo que provocó la fusión del núcleo. La central no tenía edificio de contención (imprescindible en una central nuclear)y el desastre estaba servido.

Por cierto, segñun la teoría del caos, toda especie evolucionada se autodestruye pasados un par de millones de años desde su aparicion.....asi pues en teoría nuestro final no vendra por un cataclismo o catástrofe, sino por nosotros mismos

Herel dijo...

Sí, descartando el cataclismo como algo de probabilidad despreciable a corto plazo, queda que la mayor amenaza somos nosotros mismos y el poder que la tecnología nos está otorgando: las extensiones postizas del cuerpo humano: máquinas para ser más fuertes y rápidos; el fuego y la energía para aumentar el rendimiento de pequeñas acciones; cerebros electrónicos para almacenar toda la información y procesar más rápido; los recursos humanos obedientes a líderes para ejecutar órdenes; y los medios para inculcar a la población los valores sobre a quien es lícito machacar y a quien no, el poder de moldear la moral y los gustos del mundo.
Siempre han existido estos poderes y es inevitable, pero al magnificarse, nutridos por la tecnología y los órdenes sociales, su alcance es mayor y afectan al que quiere someterse y a quien no, sobre todo si es individuo y no grupo. Y quien no quiere someterse también es/será fuerte y tendrá acceso a esa tecnología cada vez más potente.
Durante la Guerra-Fría se fantaseaba sobre los famosos botones rojos (o teléfonos rojos) que cualquiera de los dos principales potencias nucleares podría usar en cualquier momento para ordenar el ataque nuclear masivo a la otra; también se hablaba de programas de destrucción desde satélites en el espacio.
Quizá Hirosima y Nagasaki todavía están muy recientes, mira qué despreocupación muestra en la cuarta foto la tripulación del Enola Gay antes de provocar el holocausto: van de excursión a tirar una bomba, a obedecer órdenes, a hacer algo por su país. Cuando el poder está tan jerarquizado un mayor porcentaje de gente simplemente obedece órdenes*, no se sienten culpables pues eso en concreto no lo han decidido ellos. Lo mismo que cualquier persona pacífica puede convertirse en una agresora en medio de un linchamiento colectivo, sin necesidad de pruebas, sólo dejándose llevar por los gritos propagados de la masa y de la dirección en la que señaló el primer dedo que fue imitado en cadena.

*Aquí un artículo sobre los experimentos de Milgram, respecto a la obediencia jerárquica, que explica por qué en grupo, y perdida su individualidad, el ser humano es más peligroso: http://boards2.melodysoft.com/app?ID=agoraabierta&msg=439

javier dijo...

No sé quién dijo "el individuo es inteligente; la masa es estúpida"; lo pude comprobar en el simple hecho de ver un partido de fútbol (en el estadio), la transformación que sufrieron unos familiares, de ser tranquilos y apacibles a auténticos garrulomones..

Las dictaduras se basan en el poder de un estado que a su vez tiene como fuente de poder un solo individuo; lo interesante es la capacidad de ese individuo (y por tanto del Estado) de someter a la masa,de conseguir su apoyo incondicional; y a aquellos que no se someten al estado los exterminan. La estupidez humana no tiene límites (la inteligencia sí).

Duante la Guerra Fría había un miedo generalizado al Fuego Nuclear; las cosas no han cambiado mucho, pero a mi personalmente me acojonan más las armas biológicas. Dios sábe qué estarán produciendo en los laboratorios militares (esos que oficialmente no existen).

Negro futuro nos espera

Herel dijo...

A mí me preocupan más las armas mediáticas que son la base para que la gente tolere o participe en la vulneración de los derechos de otras naciones o colectivos. Claro, que las armas que hacen "¡bumm!" o dejan secuelas físicas son más evidentes, lo otro va poquito a poco, como un virus pequeñito que va cambiando cosas sin que nadie lo perciba; y cuando llega un gran cambio, es producto de la acumulación de pequeños precedentes, introducidos suavemente. Si el aire de un día a otro pasara a oler rancio nos daríamos cuenta; pero si el tufo fuera gradual, se fuese apestando poco a poco a base de pequeñas dosis en un intervalo de un año, no notaríamos el envenenamiento... hasta que escapásemos de ese aire y pudiéramos comparar.

Lo del fútbol refleja muy bien la transformación del individuo cuando pierde su individualidad y se convierte voluntariamente en un trocito de algo más grande. Deja de ser cerebro para convertirse en un trozo de brazo o pierna de un superorganismo; ya no mueve sino que se deja mover semipasivamente por la parte del grupo que hace de cerebro.